Argentina: territorio y defensa

Por Héctor D. Buela
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En el apretado número humano ligado al mundo del pensamiento donde sobrevive como solitario náufrago el discernimiento, los hechos, los acontecimientos no son considerados casuales. Ahí se ve con profundidad el encadenamiento de los sucesos en el devenir del mundo. Se hace claro que los acontecimientos culturales, de la política, de las medidas económicas, de las guerras o de un determinado estado de cosas, posee una raíz, un conjunto de motivos, una planificación previa. Aún la aparente anarquía, las "crisis" mundiales, un supuesto caos, responden a unas directivas, tienen una organización. Comprender eso lleva a un esfuerzo de voluntad e intelectualidad descomunal; un problema o desafío que no pertenece, no desea ni es capaz de asumir la mayoría. También en esto, la Naturaleza no es pródiga. Por eso en todas las épocas surgieron los “esclarecedores”, los que hacen permanente vigilia y poseen capacidad de liderazgo, que irradian una poderosa Luz hacia sus pares. Uno o unos pocos piensan y obran por millones en un despertar multitudinario.

La historia no se repite pero se asemeja.
Enumerar casos recientes y no muy recientes que sirvan para ejemplificar lo dicho sería entrar en lo coyuntural, y lo interesante es escribir no sobre la actualidad sino con un pretendido estilo que represente lo pasado, lo actual y lo futuro, porque lo humano cambia en sus formas pero no en su esencia, salvo consideremos un plano de evolución espiritual a miles de años, que no es aquí objeto de algún análisis, a falta de dotes adivinatorias y a falta de fe en doctrinas con pronósticos del deseo sobre lo que “deber ser”, cuando no “salvíficas”.

Porque en los pequeños lapsos de tiempo, en lo efímero de lo humano y de lo "demasiado humano", ¿qué cambia?. ¿Qué cambia en un proceso que ya está proyectado con más larga duración que la simple vida biológica de cualquiera de nosotros?. Nada. Parece, pero no es. Veamos nada más, con una pequeña zambullida en la cotidianeidad, ¿qué diferencia habría entre un Martínez de Hoz y un Cavallo?, ¿qué diferencia entre el General Bignone y un presidente de la posterior "democracia"?, ¿qué diferencia entre cualquier Alsogaray y un Menem?, ¿qué diferencia hay entre Pearl Harbor y las Torres Gemelas?. ¿Ir más lejos?... ¿qué diferencia hay entre la historia negra de la Inquisición Católica y la actual inquisición del "pensamiento único"?. ¿Cuántas víctimas por asesinato o presos por "delito de opinión" hay actualmente en el mundo?. De eso no se habla, y salimos de la zambullida porque resulta que no era precisamente agua cristalina y refrescante.

La tierra es de quien la ocupa y la defiende.
Lo concreto es que nuestro País está en la mira de las potencias desde 1810 o antes. Las vastas extensiones, la riqueza de recursos y la escasa población constituyen un enorme atractivo. Lo que unos no tienen o les es escaso, lo toman de otro, siempre fue así, es natural. Por eso más de una vez se habló de la "balcanización" de Argentina. Uno podría minimizar esto si considera la tremenda balcanización que sufrió nuestra América con sus "independencias". Pero no hablemos ahora de "próceres".

Las teorías conspirativas tienen el tremendo defecto de ser teorías, producto de ignotas cavilaciones y dudosos documentos. Pero cuando estas teorías aún dudando que sean verdades son verídicas, hay que tomarlas un poco más en serio. Cuando hace no muchos decenios atrás se hablaba de un supuesto gobierno mundial dirigido por trastornados mesiánicos, daba lugar a la burla. Hoy da lugar a la preocupación y a tomar defensas.

Particiones territoriales.
En nuestra América -que no es la del norte- dos grandes zarpazos territoriales están en marcha desde hace tiempo. Uno, sobre el Amazonas, pero Brasil tiene desde siempre un espíritu imperial y de orgullo inquebrantable, una línea política-militar y diplomática férrea. La zona que despierta tanta avidez ya está siendo protegida con muchas nuevas bases militares y la industria bélica brasilera es una de las primeras en el mundo.

En Argentina, la Patagonia. En realidad la Patagonia Argentina y Chilena. Un corte al medio como si fuera una porción de pizza a la altura del paralelo 42. De ésta "teoría conspirativa" se hicieron denuncias desde los años 60. Las incursiones de grupos militares extranjeros realizando relevamientos por nuestras provincias del sur sorprenden a los lugareños. Hace no tanto tiempo un altísimo jefe del Ejército Argentino, en base a informes precisos de inteligencia comunicó a las máximas autoridades "democráticas" y a la prensa sobre estas incursiones y sus objetivos. Fue llamado a cerrar la boca o colgársele el escuálido apelativo de "anti" no sé qué. Cabe señalar que no solo contamos con la "grata" presencia de "mochileros" que hablan un idioma horroroso y levantan información, sino que ya tenemos a los Tompkins y otros magnates o representantes de multinacionales convertidos en "ecologistas" que han comprado millones de hectáreas. Es que nosotros no sabemos cuidar nuestros bosques ni mantener sin contaminación nuestras aguas; ellos sí.

El gesto de alerta y de tomar parte.
Los hermanos chilenos en cambio tienen lagunas dentro de la esterilidad partidocrática y mediocridad innata de los "representantes". Pues, resulta que algún legislador de tras la Cordillera, de los pocos que representan en verdad a la gente, alzó la voz, denunció, hay campaña de esclarecimiento. Y si algo sucede, tal vez no haya respuesta de los gobernantes, pero sí de los gobernados. A ver si uno se explica mejor. Si en la escuela a nuestros hijos le enseñan mal, le enseñan falso, entonces en casa hay que asumir el papel de educador. Si en el barrio no se brinda seguridad, entonces uno debe hacerse cargo de la propia seguridad, y si es con vecinos, con "pares", mejor aún. Si el Estado no existiese o fuera inútil para todo, uno debería crear su propio Estado. Es una actitud no solo de sobrevivencia, sino un gesto de integridad y vitalidad.

¿Se recuerda hace pocos años, cuando se lanzó el “globo de ensayo” de cambiar partes de nuestro territorio por deuda externa?. Una deuda ilegítima por otra parte, irreal en buena medida. La “eterna” Argentina puede existir mucho menos que lo que existieron las dinastías faraónicas, el Imperio Francés, el Otomano o Palestina. Pero, un alivio, sobrevivirán nuestra lustrosa intelectualidad “progresista” y la selección de futbol.

La realidad y la causalidad.
Entonces, y volviendo al inicio, nada ocurre "porque sí". Si nuestras fuerzas de tierra hoy se parecen más a un batallón de boy scouts deprimidos que a un ejército, si nuestra fuerza aérea o la marina de guerra ya prácticamente no existen, con cuarteles y bases desmanteladas, premeditadamente desacreditados, como si acaso San Martín, Além o Perón no hubiesen sido militares, como si acaso nuestros ejércitos no se hubieran constituido y nutrido siempre con su propio pueblo. Y si la Gesta de Malvinas también es minimizada, demonizada, sería cándido suponer que todo esto es casual. Si por un lado se presenta una actitud aduladora y servil al orden mundial establecido, mientras que por otra parte se entroniza a profetas del odio y se hace apología de la lucha de clases como método de la disgregación, o se provoca la constante confrontación sectorial en el seno de la Comunidad, son demasiadas casualidades para que sea “casual”. Recuerde, y si no lo sabía se lo digo, que la mal llamada "revolución rusa" que prometía el "paraíso del proletariado", se pudo concretar con la catarata de dólares proporcionada por bancos del sistema "capitalista" (Openheimer, Loeb, Khun, Morgan, etc.). Será muy difícil de comprender, no es tema aquí, pero no fue casual.

Las más antiguas tradiciones de oriente y occidente nos dicen: nada podría ser de otra forma de lo que es, cada cosa sucede de la única manera que podría suceder. En todo habría solo y exclusivamente "causalidad".

De la “esperanza”.
Pero causalidad no es fatalidad. Un maestro en el estudio de las tradiciones y la historia de humanidad, Julius Evola, al referirse a las 4 edades de cada ciclo no duda en asegurar que estamos en la edad de hierro, la última etapa del final, del Kali Yuga, antes del renacer, de la Nueva Era anunciada ya en Parsifal. Pero a la vez remarca que aún pareciendo todo irreversible, está el factor de lo impredecible que depende del "despertar", de una inaudita e inesperada fuerza de contracorriente que nace de lo propio humano capaz incluso de revertir el mismo proceso de decadencia.

Hasta mirando el Cosmos esto nos parece inverosímil ya que toda estrella, toda galaxia, nace para morir. Pero no deja de ser un llamado a la resistencia y como tal, un recordatorio de la existencia en lucha, de al menos un último gesto heroico aunque se intuya que no servirá para alguna victoria Habrá que doblarse un poco quizás, pero jamás quebrarse. Las “circunstancias” se establecen, se quedan si lo concedemos, caso contrario están para hacerlas desaparecer y cambiarlas por otras. La “esperanza” radica solo en saber “qué se espera” y con qué recursos propios se cuenta, porque ni aquí ni en lo Alto encontraremos asistencia a aquello que nosotros mismos no seamos capaces de realizar. Esto no significa restar alguna importancia a la fuerza de la plegaria, por eso agrego unos párrafos de Almafuerte…

"Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas:
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas...
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No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.
Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora...
Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!"


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